La historia del Pit Bull podría ser la historia de cualquier otra raza que sometida a la mano del hombre pasa de estar en gracia a caer en desgracia. El último ataque de perros a personas en España ha sido en Granada, un niño de 5 años atacado por varios perros mantenidos en condiciones paupérrimas y sin control por un “amante de los animales”.

Me sentía obligado a escribir este artículo porque vivo en una ciudad donde está de actualidad el tema de los Pit Bulls. Como dueño de Pit Bulls desde 1990, siento que es importante sacar a la luz la historia de la raza. El conocimiento de una persona común sobre esta raza está normalmente sesgado, basado en mitos urbanos con el único fin de dañar la reputación de aquella. Contrariamente a lo que muestran los medios, no sufrimos una plaga de Pit Bulls malvados. Desde los años 80, los Pit Bulls han sido responsables de la muerte de 3 personas al año en los Estados Unidos. Vivimos en una sociedad donde 2000 padres matan a sus hijos cada año en episodios de violencia doméstica, y conductores borrachos matan a 25000 personas. Debemos preguntarnos si el “asunto Pit Bull” es realmente un asunto de seguridad o un bombo publicitario.

Este artículo recoge cronológicamente la extraña y triste saga del American Pit Bull Terrier. En cierto momento de nuestra historia el Pit Bull fue el perro más respetado y popular en América, hasta que le pusieron un ojo morado. Criminales están intentando pervertir su carácter y criadores de medio pelo, cambiar su genética, los medios de comunicación vendiendo historias repletas de sensacionalismo y comunidades enteras están intentando prohibir su cría, y aun así el Pit Bull sigue siendo el mismo perro hoy que hace 100 años, un fiel y leal amigo hasta el final. Esta es la historia de cómo nosotros como sociedad hemos traicionado al mejor amigo del hombre.

Era el año 1914 y Europa se convirtió en un campo de batalla para naciones enfrascadas unas contra otras en una guerra masiva sin parangón en la historia. Los Estados Unidos declararon su neutralidad, pero considerando que ese estado neutral podría ser desafiado, EEUU empezó a prepararse para lo inimaginable, la posibilidad de estar inmerso por completo en una guerra mundial. El ejército americano comenzó a preparar a la nación ante la posibilidad de entrar en guerra imprimiendo posters patrióticos con una doble intención, concienciar a la gente, y al mismo tiempo servir de aviso a posibles enemigos – dejar al gigante dormido tranquilo. Los posters reflejaban la imagen de un American Pit Bull Terrier cubierto por la bandera americana con palabras como “Vigilante-Esperando” y “El perro guardián americano”. El ejército eligió el Pit Bull como un representante del país no solo porque era la raza de perros más respetada, sino porque el alegre perro simbolizaba todo por lo que el país se sentía orgulloso: valentía, lealtad, paciencia, y la voluntad de defenderse si era provocado.

Originalmente criado como un perro de lucha de toros y terriers en Gran Bretaña en 1830, la raza encontró en EEUU una nueva manera de “ganarse la vida”, como perro de trabajo. Cuando los colonos se dirigieron hacia el oeste a finales del siglo 19, los inmigrantes ingleses que habían traído con ellos sus perros, los encontraron excepcionales para el pastoreo de vacas y ovejas, protectores de rebaños y guardianes de la casa familiar. No pasó mucho tiempo antes de que la raza, llamada “Terrier Yanqui”, se convirtiera en el perro preferido de una nación joven y en expansión. El carácter de duro trabajador de la raza, combinado con una sólida reputación como un perro de familia, les hizo más venerados y demandados, si cabe. Su especial devoción y amor por los niños le valió el apodo de “perro niñera”. En 1898 el United Kennel Club fue fundado y el “bull and terrier” se convirtió en la primera raza registra bajo el nombre de American Pit Bull Terrier.

La elección por el ejército del Pit Bull demostró ser profética, ya que un perro de la raza llamado Stubby, se convertiría en héroe de guerra. Un soldado de la armada le había encontrado como un cachorro vagabundo en el campus de la Universidad de Yale, creándose pronto entre los dos un fuerte vínculo. Unos meses más tarde el soldado recibió órdenes de partir hacia la guerra en Europa. No pudo despedirse de su amigo, así que se lo metió bajo el abrigo y juntos embarcaron hacia Francia. La 102 Infantería, y su nueva mascota Stubby, alcanzaron las trincheras del frente francés en febrero de 1918. Los primeros 30 días fueron un bombardeo continuo noche y día. Los soldados de la unidad estaban asombrados de la frialdad que Stubby demostraba en aquellas espeluznantes condiciones. Se sorprendieron aún más cuando cierto día se incorporó sobre si mismo para dejar la relativa seguridad de las trincheras y vagar sin rumbo en tierra de nadie. Impertérrito ante las explosiones de mortero y el fuego cruzado de ametralladoras, afrontó el peligro para localizar soldados americanos heridos. La primera vez que estuvo expuesto al gas mostaza se puso muy enfermo y fue llevado a un hospital de campaña. Después de esto adquirió gran sensibilidad al gas y ladraría agitadamente ante la presencia de éste en el aire. Varias veces salvó a toda su sección alertándoles de la presencia del gas en el aire. Durante su tiempo en Francia con la 102 Infantería Stubby realizó servicios como centinela nocturno, mensajero de inteligencia entre trincheras, y perro de búsqueda y rescate. Una gran acción heroica de Stubby fue cuando sin ayuda capturó a un espía alemán que estaba consiguiendo información en posiciones aliadas. Stubby le sacó de su escondrijo mordiéndole la culera del pantalón sin dejarle ir, para el deleite y disfrute de la sección. El comandante de la 102 estaba tan impresionado del valiente perro que le recomendó para el ascenso. La petición fue concedida y Stubby ascendió al rango de sargento. Hacia el final de la guerra el leal Pit Bull fue gravemente herido en un ataque alemán sobre la posición americana. El enemigo cargo las trincheras aliadas y una granada explotó cerca de Stubby. Los soldados de la 102 corrieron en su auxilio, parecía estar muerto después de la explosión, los hombres así lo creían, ya que había recibido un golpe directo con metralla alojada en su pecho y pierna derecha. Aunque sangrando y destrozado, él estaba todavía vivo y fue llevado al hospital de campaña. Como su situación fue declarada como crítica, fue llevado al hospital de campaña de la Cruz Roja Americana donde los doctores le practicaron cirugía de urgencia para salvar su vida. Una vez recuperado volvió al frente donde continuó sirviendo y protegiendo a los hombres de la 102

 

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Después de haber servido en 17 batallas durante la primera guerra mundial, Stubby volvió a los EEUU en abril de 1919, recibido como un héroe de guerra. El gobierno francés en reconocimiento de sus servicios le concedió 4 medallas por valentía, incluida la gran Medalla de Guerra de la República Francesa. El ejército de los EEUU también le concedió varias medallas, siendo la más prestigiosa El Corazón Púrpura, por haber sido herido en combate sirviendo por su país. Stubby conoció al presidente Wilson en la Casa Blanca y saludó al comandante en jefe, levantando su pezuña hasta su ojo. Stubby se convirtió en la mascota del equipo de football de la Universidad de Georgetown y empleó su tiempo en asistir a eventos benéficos y desfiles. Más tarde se estableció con su dueño en la ciudad de Littleton, Colorado, donde pasó los últimos años de su vida. Tras su muerte el Instituto Smithsonian colocó una placa en su honor al perro soldado más condecorado en la historia militar de los EEUU – distinción que todavía conserva.

No mucho tiempo después de finalizar la guerra un grupo de niños traviesos, junto con su amigo de cuatro patas Petey, cautivaron a la nación con una serie de cortometrajes llamados “Nuestra banda” y “Los pequeños granujas”. El perro tenía una ligera marca negra natural en forma de anillo alrededor de su ojo izquierdo y el resto era parte de un maquillaje artístico. Petey el cachorro pasaría a la historia como el Pit Bull más famoso. La popularidad de Petey, antes y ahora, le ha hecho uno de los perros más fácilmente reconocibles. Capaz de tomar su lugar en el mundo de las celebridades caninas junto a perros como Lassie; comoquiera que, no como Lassie, quien mordió a su entrenadora varias veces, Petey el Pit Bull no mostró ningún comportamiento sino un afecto natural mientras trabajaba en el plató junto a muchos niños.

La popularidad del American Pit Bull Terrier explotó durante el periodo previo a la segunda guerra mundial. Los pequeños granujas hicieron del Pit Bull el perro más demandado al igual que 101 Dálmatas hizo del dálmata el perro que todo niño deseaba tener. Los publicistas se unieron a la popularidad del Pit Bull usando su imagen en sus anuncios. Búster Brown Shoes escogió Tige, un Pit Bull como mascota, al igual que RCA, suyo es el Pit Bull blanco, Nipper, que aparece sentado junto a un fonógrafo en sus anuncios. América se había enamorado de los Pit Bull y la raza se convirtió en “el perro de toda América”. El Pit Bull representaba todo aquello bueno y deseable en el mejor amigo del hombre. La raza se convirtió en el icono de la nación y en la esencia de todo lo que era Americana.

Cuando los EEUU se encontraron inmersos en otra guerra mundial volvió a un viejo amigo buscando apoyo, el American Pit Bull Terrier. El ejército diseño patrióticos posters mostrando un marine y un Pit Bull junto a la bandera americana con las palabras, “Nosotros defendemos la vieja gloria”. Los siguientes 40 años la imagen del Pit Bull permanecería inmaculada. Entre algunos poseedores de la raza se han encontrado: Laura Ingalls Wilder, Thomas Edison, el Presidente Theodore Roosevelt, el Presidente Woodrow Wilson, Hele Séller, General George Patton, Fred Astaire, John Steinbeck y Humphrey Bogart.

Al comienzo de los 80, los más de 100 años de respetabilidad del Pit Bull empezaron a terminarse. Al igual que el Rottweiler y el Doberman fueron una vez símbolo de un status negativo, el Pit Bull se convirtió en el perro “macho” de todo criminal, miembro de bandas, y rebeldes que necesitaban reafirmar su auto percibida mala imagen. Como resultado, la raza volvió a ser muy deseada, pero esta vez con connotaciones negativas. “Vendeperros” vendieron a 50 dólares tantos cachorros de Pit Bull como les era posible, mientras que las bandas reinventaron el viejo “deporte” de las peleas de perros para sufragar sus negocios con drogas. Una raza de perro grande en manos de un dueño irresponsable tiene el potencial, aunque no siempre la probabilidad, de ser una mascota peligrosa. Los perros son animales, y siempre tienen el factor de ser impredecibles, aunque, los perros que son entrenados y cuidados adecuadamente es más probable que desarrollen un temperamento estable. Es solo cuando un perro ha sido llevado a los extremos, maltratado y mal cuidado, cuando se volverá contra un humano.

Es la caída en desgracia de posiblemente la raza más amada y respetada en la historia de nuestra nación. Para añadir al problema, los medios de comunicación se han avalanzado sobre el tema y han proyectado sobre la raza la peor luz posible. Artículos sin escrúpulos y sesgados han desafortunadamente llevado a varios medios a retratar injustificadamente al Pit Bull como un monstruo listo para devorar cualquier cosa en su camino. No está en la genética de la raza atacar a un humano. Algo ha ido terriblemente mal cuando un Pit Bull habiendo sido específicamente criado para no atacar a personas ataca a un ser humano. Los Bull and Terriers originales no podían mostrar ningún signo de agresividad hacia las personas en el ring. El otrora deporte legal de las peleas de perros requería de la presencia del dueño en el ring durante la pelea y cualquier perro que mostrase conducta agresiva hacia una persona era sacrificado.

Como dueño de un Pit Bull me enfrento a la idea de que la sociedad quiere poner un vendaje al tema de los perros feroces a través de severas restricciones o prohibiendo varias razas. Debemos ser sensatos y darnos cuenta de que es la irresponsabilidad del dueño lo que está mal. Se ha probado en numerosos estudios que el Pit Bull no es hereditariamente más agresivo que otras razas. En agosto de 2002, la corte suprema de Alabama sostuvo una decisión que decía que los pit bulls no eran intrínsicamente más peligrosos que cualquier otra raza en WAF/Sheila Tack contra Huntsville Alabama. En 2000, la Sociedad Humana de los EEUU (HSUS), la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA), y el normal’>Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), colaboraron para estudiar si desarrollar una legislación específica (prohibiendo razas individuales, como los pit bulls) es efectivo.

Dr. Julie Gilchrist del CDC Centro de lesiones en Atlanta concluyó que, “hemos aprendido que una legislación específica sobre una raza no es el camino para atajar el problema de las agresiones de perros. En lugar de eso, deberíamos mirar a la dueños de perros responsables de agresiones”. Organizaciones en contra de regular contra una raza específica incluyen: AVMA, normal’>Asociación Nacional para el Control Animal, normal’>El Club de Criadores de América, normal’>Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, y la HSUS. De acuerdo a un reciente test sobre agresiones en 122 razas de perro realizado por la Sociedad Americana para Testar el Comportamiento, Pit Bulls superaron el test alcanzando una puntuación media del 83.9% basado en su temperamento. Golden Retrievers recibieron una puntuación del 83.2%, Beagles 78.2% y Schanuzers medianos solo consiguieron una puntuación del 63.5%.

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